viernes, 22 de julio de 2011

¡Cómo si la gente importara!

Mi estimada amiga y colega Daniela Briceño (@laiconoclasta) compartió conmigo este artículo que -al no encontrarlo publicado- decidí montarlo acá con sus respectivos créditos

Lo escribió el profesor Eduardo Betancourt del CIEDE (Centro de Investigación, Eduación y Desarrollo Estratégico) a él todo el crédito

¡Como si la gente importara!

En 1973 el influyente economista E. F. Schumacher subtituló un libro profético con la sugestiva frase "Economía como si la gente importara" (el título principal era "Lo pequeño es hermoso"). En su obra criticaba las tendencias económicas que olvidaban que la finalidad fundamental de la sociedad es el progreso y la dignidad de los seres humanos, y no simplemente el desarrollo económico sin importar en que nos desarrollamos y la desigualdad en quienes se desarrollan. Más de 35 años después pudiéramos repetir ese mismo título en diversos órdenes de nuestra sociedad: política como si la gente importara, gerencia como si la gente importara, tecnología como si la gente importara, liderazgo como si la gente importara… El siglo pasado sirvió para poner a prueba diversas concepciones económicas y organizacionales, tanto en los países, como en las empresas.

Las fortalezas y debilidades de cada una de ellas quedaron en evidencia y han generado un proceso profundo de reflexión para encaminarnos hacia modelos que permitan superar las diferencias sociales y económicas, y hacer progresar a la humanidad como un todo. Deming señalaba a los líderes empresariales japoneses, hace más de 60 años, la importancia de elevar la eficiencia de las empresas para poder suministrar productos y servicios de calidad a menor precio, incrementando la demanda y obligando a aumentar la capacidad de producción, y por consiguiente el empleo, para así lograr mayor bienestar en la población, lo cual a su vez produciría un nuevo incremento en la demanda, y en la producción y el empleo, en lo que se conoce como la reacción en cadena de Deming.

El objetivo principal no era incrementar las ganancias, sino el bienestar y el progreso de la población. La dignificación del trabajador dentro de la empresa era parte del sistema propuesto. Esta concepción fue en gran medida responsable del éxito de Japón. En Latinoamérica tenemos que entender que no superaremos la pobreza si nuestros líderes no toman conciencia de la importancia de poner la dignidad del ser humano por encima de intereses políticos, ideológicos y económicos, y eso supone un cambio de actitud, para aprender a aterrizar las teorías en la práctica, centrando el propósito en la elevación de los seres humanos, pero manejando empresas, instituciones y gobiernos de una forma eficiente.

Cuando esa actitud se cree, estaremos dando el primer paso para un acuerdo social sustentable, que permita la inclusión y participación de todos los sectores de la sociedad. Existen las técnicas y herramientas para incrementar la eficiencia de nuestras empresas y de nuestros gobiernos, contamos con inmensos recursos naturales y tecnológicos, pero lamentablemente todavía nos falta una educación y una concientización colectiva, del liderazgo y de la población, que permita elaborar planes estratégicos viables para lograr una mejor sociedad.

Eduardo Betancourt 

(Pueden suscribirse al boletín del CIEDE en http://www.ciede.com/Boletin.html )

1 comentario:

Daniela A. Briceño B. dijo...

Apenas nme doy cuenta de que publicaste este artículo. A mí me encantó cuando lo leí. Muchas gracias por extender la información.