jueves, 18 de febrero de 2010

Manual de Urbanidad en Camioneticas I

Es verdaderamente asombroso como, en una camionetica, existe un código de comportamiento tácito, quizá legado de generación en generación por los usuarios del servicio de transporte público elevado.

Por ejemplo, Ud. se dará cuenta muy fácilmente que la cortesía básica del "buenos días" es totalmente inexistente en el Metro, de hecho, intente dar los buenos días al entrar a un vagón y recibirá miradas punzopenetrantes de ¿qué tienen de buenos? o, en el mejor de los casos, observará caras largas que gritan en silencio ¿y a este qué bicho le pico?.

En poquísimos casos alguna persona contestará  entre dientes a su saludo, o bajito, casi en infrasonido. ¿Por qué? por temor a recibir la censura de todos aquellos a quienes se les ha recordado su mala educación. 

Haga lo mismo en una camionetica y quedará como un pedante amargado, pues gracias a Dios aún es costumbre el saludo y la despedida respetuosa al abordar y salir de una buseta.

Hay otra conducta feliz que recientemente he racionalizado:  aquella costumbre de pagar el pasaje a un amigo, compañero de trabajo o conocido que felizmente nos acompañe en esa dantesca travesía que va de una aparada a otra.

¡Qué agradable es una charla de camionetica! He oído de todo, desde compañeros de estudio que tenían años sin verse hasta familiares lejanos; siempre con el preludio-reclamo del alejamiento y la vana promesa final de "no dejar pasar tanto tiempo" hasta el próximo encuentro.

Ni hablar de la complicidad en contra de profesores, jefes y gobernantes, malvados por igual, pues  la camionetica es un foro donde fácilmente se hace catarsis y además se palpan los grandes temas de Opinión Pública, eso si el conductor tiene la amabilidad de bajar el volumen a su estruendoso equipo de sonido.

Y así, este comportamiento social, digno de un etólogo, es sellado con el ritual donde quien abandona primero el infierno sobre ruedas le dice a su querida contraparte "no te preocupes, que yo pago el pasaje".

Quedan obviamente excluídas las camioneticas con los odiosos letreros de "pague al subir", en cuyo caso existen opciones más costosas como compartir una chuchería o refresco de los clásicos vendedores ambulantes.

¡Ah! mágico momento de cordialidad humana en una insufrible ciudad, donde toda norma de cortesía suele disolverse en la terrible paranoia de la inseguridad o en el ácido del aislamiento individualista.

Así que la próxima vez recuerde que -aunque no está en el Manual de Urbanidad de Carreño- es un gesto de cariño y/o cortesía pagar el pasaje de la persona querida, cual óbolo de nuestros días destinado al Caronte que solemos llamar "autobusero".



Rodolfo Alejandro

Postdata: este comportamiento es aplicable solamente en las rutas urbanas, pues en las rutas sub-urbanas y en los viajes largos, como por ejemplo hasta algún pueblo con transferencia en Caucagua; existe otra gama de conductas que desglosaré en otro post.